La nueva ola del cine coreano llega a "La Linterna Mágica"

A pesar de las distancias, Corea del Sur comparte un componente histórico muy delicado con Latinoamérica: una cruenta dictadura que acabó con todo tipo de manifiesto que vaya en contra del "orden" establecido por el tirano Park Chun-hee. A finales de los 80', la democracia por fin reinó en el país asiático, permitiendo de este modo que las expresiones sociales, desde la cultura y la política hasta el arte, puedan florecer; así, el séptimo arte logró, poco a poco, instaurarse como uno de los más atractivos ajenos a la Industria. 

Fue una década después, hacia 1999, que los verdaderos frutos llegarían: Shiri de Je-gyu Kang logró una taquilla de más de seis millones de espectadores, introduciendo no sólo el mote de "superproducción coreana", sino también (y el más importante) el de Nueva ola de cine surcoreano. El éxito de taquilla fue superior al de las películas de Hollywood, debido en gran parte a las leyes de cupos de pantalla promulgadas por primera vez en 1967. Tras el inusitado triunfo de Shiri, le siguieron nuevas producciones de directores que dejarían su nombre grabado en la historia del cine. Entre ellos, Park Chan-wook.

Park Chan-wook cuenta con una amplia filmografía, entre la que destaca Oldboy, la segunda obra de la trilogía de la venganza. Galardonada con el Gran Premio del Jurado de Cannes en 2004, cuenta la historia de un hombre de negocios (Choi Min-sik) que, sin motivo aparente, es secuestrado y confinado en una celda con la única compañía de un televisor. Quince años más tarde, es liberado junto a una gran cantidad de dinero y un teléfono celular. Su captor le ofrece cinco días para intentar averiguar la causa de su encierro y, de lograrlo, le promete que se suicidará. Si no es capaz, matará a la única persona que Dae-Su ama.