Las últimas horas del papa Francisco: gratitud, serenidad y una despedida en silencio
El pontífice argentino falleció el lunes por la mañana en el Vaticano, tras una emotiva aparición pública en la plaza San Pedro. Su enfermero fue testigo de sus últimas palabras.
“Gracias por traerme de vuelta a la plaza”, fueron las palabras que el papa Francisco dedicó a su enfermero personal, Massimiliano Strappeti, luego de recorrer por última vez la plaza San Pedro a bordo del papamóvil. La emotiva escena tuvo lugar el Domingo de Resurrección, cuando el pontífice sorprendió a miles de fieles al pasearse entre ellos tras impartir la tradicional bendición “Urbi et Orbi”. “¿Cree que podré hacerlo?”, le había preguntado a su enfermero antes de salir. Strappeti lo animó y Francisco se mostró sonriente, saludando y bendiciendo especialmente a los niños.
Según informó este martes el portal oficial Vatican News, el pontífice argentino regresó esa tarde a su departamento en la residencia de Santa Marta, donde descansó y cenó con tranquilidad. Sin embargo, en la madrugada del lunes comenzó a experimentar un súbito malestar que alertó a su equipo médico. Aunque fue atendido de inmediato, Francisco entró en coma poco después de saludar a su enfermero, y falleció a las 07:35, hora local.
“Murió sin sufrir, todo sucedió rápidamente”, indicaron quienes lo acompañaron en sus últimos momentos. Vatican News calificó su partida como “una muerte discreta, casi repentina”, acorde con la personalidad de un papa que siempre llevó con extrema reserva su estado de salud. Francisco había evitado durante años brindar detalles sobre sus tratamientos o dolencias, en línea con su estilo sobrio y reservado.
El Vaticano selló oficialmente su residencia, como establece la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, que regula el procedimiento tras la muerte de un pontífice. Mientras tanto, la Santa Sede trabaja en la organización de los actos fúnebres, que se esperan multitudinarios y contarán con la presencia de líderes religiosos y jefes de Estado de todo el mundo.
Francisco, el primer papa latinoamericano y jesuita, deja un legado de cercanía con los más vulnerables, reformas profundas en la Iglesia y gestos de humildad que marcaron su pontificado. Su última salida al encuentro del pueblo resume, quizás, el espíritu que lo acompañó hasta el final: estar con los fieles, incluso en sus horas más frágiles.